Como el año pasado, este ejercicio seguramente solo me importa a mí, en todo caso, aquí va:
Kilos pesados: 62, de nuevo las mismas palabras, "mierda, mierda, mierda"
Estatura: aún 1.58 aunque dependiendo del día pueden parecer más y menos.
Estado civil: tan soltera como el año pasado
Cabello: más rojo
Manos: 1 y media porque la derecha está más jodida
Pies: 2
Corazón: algo más roto y algo más grande
Neuronas: menos que el año pasado
Memoria: cada vez peor
Carrera Universitaria: 90.6%
Promedio: por fin 4!!
Amigos: los que me aguantan
Alergias: al cigarrillo
Fobias: al compromiso, a los paseos familiares, a los cumpleaños y a la graduación.
No hice propósitos, no materialicé mis deseos, no viajé a donde quería, leí más de lo recomendable para mi salud mental, pasé más tiempo viendo películas y series que estudiando y sigo con la inconstancia que no me permite terminar nada de lo que estoy escribiendo. Al menos sí subí el promedio.
El 2011 no fue mejor, pero como no fue peor, se puede decir que ya es ganancia. Renuncié al trabajo que me hacía infeliz; decidí que hacer las cosas con pasión es lo que me hace hacerlas bien (aunque según mi mamá el mundo me va a hacer miserable porque las personas con pasión somos las que más sufrimos); me decepcioné más del ser humano; adquirí la confianza necesaria para dos; replantee mi fe; perdí el poco equilibrio que me quedaba; y tal vez, pero solo tal vez, crecí más de lo que quería.
Observaciones desde un café
divagaciones de la mente de Natisluna el 11/18/2011 01:27:00 p. m.Otra vez tú con tu letrero, otra vez yo con mi café.
Es cuando te dedicas a tu labor, cuando lo único que existe para ti es la persona con la que tienes contacto, que llega el momento en el que te observo, me abstraigo, y sueño con que llegue mi turno.
Otra vez yo con mi café, es cierto, debo cambiar de disfraz. Mañana seré una lectora y no una adicta a la cafeína. ¿Notarás que nunca lo bebo? No lo creo, solo soy un cliente más de la cafetería, un transeúnte, una mirada curiosa, supongo que recibes muchas.
¿Qué día era ayer? No lo recuerdo, solo sé que hoy he traído un periódico: me pareció apropiado para mi labor, en las películas siempre se espía con este. Solo me alivia que aunque no sé qué día de la semana es, mi despertador sonó como todos los días que tengo que trabajar, los días en los que al final del día, de camino a casa, puedo pretender que me gusta la cafetería que da a la plaza y te veo. Por eso odio los fines de semana, siempre me pregunto en dónde estarás.
Creo que lo imaginé: ayer el momento fue más largo, tal vez así lo quiero creer para no sentirme como una persona más de las que pasan diariamente por tu vida, o tal vez porque necesito aferrarme a algo ahora que sé es sábado. ¿Cómo se pasa más rápido el tiempo?
Domingo. Un reportaje en las noticias me hace sonreír, hay más como tú en el mundo. Ojala nunca te descubran, de esa forma puedo conservarte para mí, me da miedo que alguien más lo note y también quiera tomar café.
Descubrí que no sé si me gustan los lunes, me gusta verte, pero el día es eterno, lleno de distracciones y mediocridades. Creo que los que me rodean ya lo empezaron a notar; los lunes no puedo hacer cosas productivas, ahora me dejan con poco trabajo y el día es aun más eterno.
Martes, otra vez yo con mi café y tú con tu letrero. El periódico no funcionó, me costaba mantenerlo firme, aun no tengo la edad reglamentaria para adquirir esa cualidad.
El lema del día, una canción: “y no puedes saber cuán fuerte es el poder de un abrazo”. Odio más los miércoles que los fines de semana.
“Estás obsesionada con algo”, eso me dijeron; yo me pregunto: ¿Qué es una obsesión? De verdad necesito saberlo pero no quiero saber que en realidad no te quiero, me gusta creer que es posible sentir sin las palabras.
Ayer me di cuenta de algo, no conozco tu voz, esa es la nueva tarea de fin de semana, imaginarme cómo dices “hola”.
- Si no te gusta el café permite que otro lo tome –me petrifico en mi posición, observándote tomar el café que debe estar frio. Lo terminas sin comentarios y vuelves a tu lugar, en mi cabeza solo gira una idea, “aun no sé como dices ”.
Ya desperté de mi letargo, llevo exactamente 17 horas y 23 minutos procesando lo sucedido, repitiendo una y otra vez tus palabras en mi mente, ahora viene lo más difícil: saber cómo voy a reaccionar.
Odio a mi jefe, al mundo, a mi trabajo, a mis compañeros, a la vida, a las necesidades básicas, al tiempo, a los cumpleaños, odio a los seres humanos. Hoy es el cumpleaños de mi jefe, celebración en restaurante elegante, regalo costoso, día sin verte.
Siguiente día. Después de la tortuosa espera, casi corro con mis tacones altos, esos que me obligan a usar en la oficina porque hacen parte del protocolo pero solo retrasan mis pasos, yo con mi café y tú... tú no estás.
Tomaré las riendas del asunto, llevas tres días sin aparecer, físicamente no lo soporto más. Sólo debo resistir al fin de semana.
Hoy, yo con tu letrero, tú... sin aparecer. Nunca creí que hacer lo que tú haces fuera tan difícil, pero es reconfortante, hay personas que de verdad lo necesitan. Ironías, yo necesito uno en este momento.
De nuevo yo con tu letrero. Me preguntaron por ti, odio decirlo, pero yo tampoco sabía dónde estabas, deberías estar aquí.
Yo contigo, tú con mi café, el letrero en el suelo y la gente afuera preguntándose, ¿dónde están los abrazos gratis?
Gracias a Eri por la edición
Cuando uno crece
divagaciones de la mente de Natisluna el 11/09/2011 08:59:00 p. m.
Cuando uno crece se va convirtiendo en esas cosas que dijo que nunca sería.
Nos volvemos como nuestros padres, nos empieza a molestar el ruido, decidimos que "estos niños de ahora no tienen respeto por nada" y cosas mucho menos trascendentales que en algún momento decidimos nunca ser.
Por ejemplo, solía decirle a mi mamá cuando se pintaba el pelo que yo nunca lo haría porque ser natural estaba mejor. Ahora soy pelirroja y por primera vez en mi vida de verdad me gusta mi cabello.
Cuando hacemos esas cosas que nunca creímos que haríamos está bien si nos hacen felices, si descubrimos que en realidad era una resistencia absurda a algo que ni siquiera habíamos probado. Ahora bien, cuando dijimos que nunca haríamos algo que no nos gustara o que no nos hiciera felices, no hay excusa para hacerlo, no es una resistencia absurda, son los instintos que decidimos ignorar para convertirnos en lo que los demás quieren que seamos.
Siempre odié a las personas que hacían eso, que decidían ser infelices a costa de hacer lo que no querían, lo que les tocaba, lo que se esperaba de ellos. Cuando uno crece cree que eso es más importante pero entonces la pregunta es, ¿de verdad es eso crecer?
Yo creo que no, yo creo que cuando uno de verdad crece entiende que es más importante la felicidad, porque todo lo demás al final no queda, ni el dinero, ni el poder, ni el novio por el que uno "cambió", ni los amigos que nunca entendieron qué nos hacía feliz y que no.
Hoy crecí un poco, decidí que el trabajo por el que me pagan no me hace feliz, no vale la pena. Así que voy a renunciar, porque este es el momento, el dinero no es suficiente, nunca lo es. Cuando uno crece también entiende eso.
Hoy soy un poco más feliz que ayer, porque sé que mañana es mi ultimo día y porque no me odiaré a mi misma por convertirme en uno de esos horribles adultos que todavía no han crecido.
Así que, cuando uno crece entiende qué necesita para ser feliz y más importante aún, lo hace.
Nos volvemos como nuestros padres, nos empieza a molestar el ruido, decidimos que "estos niños de ahora no tienen respeto por nada" y cosas mucho menos trascendentales que en algún momento decidimos nunca ser.
Por ejemplo, solía decirle a mi mamá cuando se pintaba el pelo que yo nunca lo haría porque ser natural estaba mejor. Ahora soy pelirroja y por primera vez en mi vida de verdad me gusta mi cabello.
Cuando hacemos esas cosas que nunca creímos que haríamos está bien si nos hacen felices, si descubrimos que en realidad era una resistencia absurda a algo que ni siquiera habíamos probado. Ahora bien, cuando dijimos que nunca haríamos algo que no nos gustara o que no nos hiciera felices, no hay excusa para hacerlo, no es una resistencia absurda, son los instintos que decidimos ignorar para convertirnos en lo que los demás quieren que seamos.
Siempre odié a las personas que hacían eso, que decidían ser infelices a costa de hacer lo que no querían, lo que les tocaba, lo que se esperaba de ellos. Cuando uno crece cree que eso es más importante pero entonces la pregunta es, ¿de verdad es eso crecer?
Yo creo que no, yo creo que cuando uno de verdad crece entiende que es más importante la felicidad, porque todo lo demás al final no queda, ni el dinero, ni el poder, ni el novio por el que uno "cambió", ni los amigos que nunca entendieron qué nos hacía feliz y que no.
Hoy crecí un poco, decidí que el trabajo por el que me pagan no me hace feliz, no vale la pena. Así que voy a renunciar, porque este es el momento, el dinero no es suficiente, nunca lo es. Cuando uno crece también entiende eso.
Hoy soy un poco más feliz que ayer, porque sé que mañana es mi ultimo día y porque no me odiaré a mi misma por convertirme en uno de esos horribles adultos que todavía no han crecido.
Así que, cuando uno crece entiende qué necesita para ser feliz y más importante aún, lo hace.
De Hinchadas
divagaciones de la mente de Natisluna el 6/08/2011 10:18:00 p. m.No, no me gusta el fútbol colombiano, por mucho que me digan que es falta de patriotismo eso no va a hacer que me guste, la razón es bastante simple, no es bueno, es aburrido, monótono y feo; no hay suficiente motivación para los jugadores, los comentaristas se dedican a hacer trabajo de bufones; la gente no tiene cultura para verlo (y pasan cosas como los actos de vandalismo o enfrentamientos entre los hinchas); las canchas no soportan un invierno y terminan vueltas mierda... podría seguir.
Para mí el fútbol es estética, emoción, trabajo en equipo, estrategia, habilidad y resistencia, cosas de las que carece el fútbol colombiano.
Si me preguntan de qué equipo soy hincha digo que del Barcelona (desde mucho antes que se convirtiera en el equipo que es ahora), sí es de España y no me importa, apoyo al Once Caldas porque es de la tierra y DETESTO a los "hinchas" que cambian de equipo cada temporada dependiendo de quien se vea opcionado para ganar.
Respecto a esto ultimo, esa la razón de mi nota. Yo molesto mucho a los hinchas de millonarios, les digo que es una decepción que personas tan inteligentes (ustedes saben quienes son) sean hinchas de un equipo tan malo, pero en realidad los respeto mucho, son una de las hinchadas más fieles del país (por no decir que la más fiel) porque la mayoría aprendieron a querer el equipo en las malas, perdiendo continuamente, al borde del descenso, con problemas financieros, malos jugadores, pésimos directivos, sin clasificar a octavos y aún así la venta de las acciones (hablando desde mi muy limitado conocimiento del tema) fue un éxito, vuelven a perder y ahí están.
Hoy vi un comentario en twitter alusivo a que preferirían ser hinchas de Millonarios que de Santa fe porque al menos los azules clasificaron, aunque dicho comentario venía de una persona que no le va a ninguno de los dos equipos, me hizo recordar por qué odio a los hinchas de moda que desconocen al equipo cuando pierden.
Les tengo una noticia, ningún equipo es infalible (ni el Barcelona), ningún equipo estará en la cima por siempre, pero su integridad sí que es permanente. Si no pueden ser consecuentes con algo tan básico como un juego (porque sigue siendo un juego) no me quiero ni imaginar como serán con las demás decisiones de su vida.
Mensajes Subliminales
divagaciones de la mente de Natisluna el 4/08/2011 07:08:00 p. m.
Si están esperando una entrada religiosa, fanática o de teoría conspirativa elaborada devuelvanse por donde vinieron que aquí no es.
Hay canciones que algo hacen con nuestra mente, se meten en lo mas profundo y ahí se quedan, pero no, no son esas canciones que están pensando, no son las que nos recuerdan a alguien o significan mucho para nosotros, son otras más peligrosas, como estas:
La campaña ha mejorado mucho, digo, es una genialidad mandar a dormir a los niños con una canción pegajosa que no tenga más de diez años al aire, seguramente dentro de algunos años alguien en algún lugar estará diciendo lo mismo que yo, pero ahora hay que reconocerlo.
El cuento con la canción pegajosa es que ahora ya no me "voy a dormir" sino que "me voy a desenchufar que mañana el mundo voy a salvar", ¿A nadie se le ha ocurrido que nos están lavando el cerebro?
A mí sí y no se a ustedes pero me preocupa porque no se qué quieren que haga, si me descuido me pueden dar ganas de ir al ejercito, votar por la reelección de Santos, defender a los Nule o ponerme a estudiar.
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