2. La escafandra y la mariposa - Jean Dominique Bauby

Dicen que los toros se ven mejor desde la barrera, pero no hay mejor forma de contar la historia de Jean-Dominique Bauby que desde su propia mente, de una manera sínica y muy humana, nos cuenta su historia, la historia de la vida que empezó después de quedar capturado en la escafandra de su cuerpo por una enfermedad, pero con una mente libre como mariposa.

Se ríe, se sufre, se siente con el autor, en un libro que reza en su portada “sobre los límites de la naturaleza humana”. Yo digo, después de leerlo que en realidad los límites de la naturaleza humana son los que nosotros ponemos, así nos lo demuestra jean-do.

Como me gusta que sea mi costumbre y no habia podido hacer antes por cuestiones de tiempo, cito una parte de uno de mis capitulos favoritos titulado "La oración":

"Por el momento, me sentiría el más dichoso de los hombres si llegase a tragar convenientemente el exceso de saliva que invade mi boca de mane­ra permanente. Aún no se ha hecho de día, cuan­do ya me ejercito en deslizar la lengua contra el velo del paladar a fin de provocar el reflejo de tragar. Además, he dedicado a mi laringe las bol­sitas de incienso que cuelgan de la pared, exvotos traídos de Japón por amigas viajeras y creyentes. Es una piedra más del monumento de acción de gracias erigido por mis allegados al capricho de sus peregrinaciones. En todas las latitudes habrán invocado en mi nombre a los espíritus más diver­sos. Intento poner algo de orden en ese amplio movimiento de las almas. Si me anuncian que en aras de mi curación han encendido unos cirios en una capilla bretona o salmodiado un mantra en un templo nepalí, de inmediato asigno un obje­tivo preciso a tales manifestaciones espirituales. Así, he confiado mi ojo derecho a un morabito camerunés comisionado por una amiga con obje­to de asegurarme la mansedumbre de los dioses africanos. Para los trastornos de la audición, cuen­to con las buenas relaciones que una suegra de corazón piadoso mantiene con los monjes de una congregación de Burdeos. Me dedican con regu­laridad sus rosarios, y yo me dejo caer a veces por su abadía para oír cómo los cánticos suben hacia el cielo. No puede decirse que por el momento haya dado un resultado extraordinario, pero cuan­do siete frailes de la misma orden fueron dego­llados por extremistas islámicos, me dolieron los oídos durante varios días. Sin embargo, tan ele­vadas protecciones no son sino fortificaciones de barro, murallas de arena, líneas Maginot, com­paradas con la pequeña oración que mi hija Céles­te reza todas las noches a su Señor antes de cerrar los ojos. Como nos dormimos más o menos al mismo tiempo, me embarco hacia el reino de los sueños con ese maravilloso salvoconducto que me libra de todo mal encuentro".

No hay más que decir, sino dejarlo como recomendado para quienes son buenos lectores y disfrutan de un texto tranquilo, pero al mismo tiempo quieren leer algo que los conmueva, para reír o para llorar.

Una historia real, para un mundo real, en el que hace falta tiempo e imaginación.



Mario Benedetti

Pocas palabras encuentro para el maestro de ellas, lo cotidiano, desde el cielo hasta el amor merecieron un poema en el largo inventario con que el maestro se despide, un poema de él, no hay mejor forma de rendirle homenaje, un homenaje sincero de quien en sus letras, voló, soñó y el domingo lloró.

CENIZA

Falta saber el último sentido,

quiero decir: si es pueblo o es imperio.

Cada noticia con su desmentido,

cada desolación con su misterio.

Claro, cuando el misterio es de mentira

nadie se atreve a perdonar en serio

ni a romper el espejo en que se mira

ni menos a gritar, porque ese grito

no tiene otro respaldo que su ira.

Qué dificil negocio el infinito.

Al destino encomiendan la aventura,

yo a las pruebas del mundo me remito.

Siempre que la verdad está madura,

despiadado el azar nos fiscaliza.

Menos mal que su voz es insegura:

“No hay fénix”, dice. “Sólo habrá ceniza”.


Dejarás de hacer vivir las palabras, pero ellas te harán vivir a ti...

R.I.P. Mario Benedetti

1. Once Minutos - Paulo Coelho

Erase una vez una prostituta.
El rotulo se hace completamente necesario, aunque en la historia se pueda entender que una persona es mucho más que lo que hace para vivir, María, una mujer que termina ejerciendo la prostitución, se descubre a si misma por medio de un camino de decisiones que la llevan a crecer junto al lector, su diario, una conexión mas con sus pensamientos.

Odio los libros de superación personal, así que tenia predisposición con respecto al estilo de Coelho y tal vez no sea un libro apto para todo público y definitivamente no es apto para todas las edades, pero no estuvo tan mal como esperaba.