La siguiente es una información que lo más seguro es que a nadie importa más que a mi, pero hacía varios años que quería hacer algo como esto para comparar el año siguiente y por fin lo hice.
Kilos pesados: 62, sólo tres palabras para esto, "mierda, mierda, mierda"
Estatura 1.58 y disminuyendo
Cabello: rojo
Manos: 2
Pies: 2
Corazón: de condominio
Neuronas: la mitad y disminuyendo
Memoria: cada vez peor
Carrera Universitaria: 73.3%
Promedio: reservado
Trabajos: 3 de los cuales conservo uno
Amigos: menos que el año pasado y al parecer disminuyendo
Fobias: ninguna
Conciertos: el del Coldplay, el mejor día del año
Propósitos hechos: 1, hacerle una plantilla al blog que tuviera chocolate
Propósitos cumplidos: 1 y me siento orgullosa de eso
Con respecto a los propósitos llegué a una conclusión importante, cuando te propones pocas cosas, frívolas, fáciles y poco profundas al final de año no hay depresión por no cumplirlos, ni arrepentimiento, ni sensación de no haber hecho todo lo que se podía, se siente satisfacción porque todo lo que viene después es ganancia, tal vez a muchos les parezca mediocre esta manera de ver las cosas pero es lo que hay, pocos propósitos, todo lo demás que se logre irá para la ficha técnica, no significa que no quiera hacer muchas cosas, sí, me gustaría viajar, subir el promedio, leer mucho, ver películas, terminar algo de lo estoy escribiendo, pero soy realista, si me lo propongo no lo logro, me atormento y soy menos feliz.
Al final del año la ficha no arroja muchas luces, seguramente se me escapa información, pero si me preguntan cual es el balance la respuesta es "Sobreviviendo", no fue un buen año, subí de peso, perdí amigos, memoria, neuronas, ganas. Algo bueno se rescata, al menos no pierdo la capacidad de amar, lo cual será siempre sorprendente, conocí personas importantes, encontré un equilibrio y lo perdí de nuevo, en fin que estoy sana y este año puede ser mejor.
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Aplastamiento de las gotas - Julio Cortázar
divagaciones de la mente de Natisluna el 10/20/2010 07:54:00 p. m.
Yo no sé, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, que hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.
Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.
Sin el hastío, ver llover, es en mi opinión uno de los pequeños placeres de la vida.
Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.
Sin el hastío, ver llover, es en mi opinión uno de los pequeños placeres de la vida.
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