Implícito Matrimonio - Juan Camilo Fandiño

Por motivos de mi cumpleaños hace dos años (cuando me subía al segundo piso), mis amigos me hicieron una revista virtual con mensajes y cosas hermosas, una de esas cosas fue esta historia. La comparto porque me encanta y relata parte de uno de los días más decisivos de mi vida, porque este semestre es el último (si todo sale bien) y porque antes de escribir lo que siento sobre graduarme es bueno contextualizarlos en estos maravillosos 5 años de mi vida.

Implícito Matrimonio


Y entonces, allí estaba yo, alineado detrás de todos lo que de la misma forma habían logrado ingresar a la Universidad Nacional con el sueño de salir de ella, algún día, ondeando el diploma que los calificaría para, frente a un estrado, o detrás de un escritorio, hacer la justicia que extrañan en el mundo. Recuerdo el frío tremendo que sentía esa mañana, muy de mañana, en la que todos esperábamos la llamada para, una vez en la división de salud, entregar la parte de humanidad enfrascada que cada uno traía consigo y estirar el brazo para perder otro tanto a manos de los expectantes enfermeros armados con jeringas.

Y entonces, allí estaba ella, sentada en el piso, charlando alegremente con otra chica, esperando el llamado para entregar el tributo de sangre que debía de ser pagado antes de ser llamado estudiante. “Serán amigas”, pensé y me retracté de la idea de unirme a su conversación. Sólo por un minuto, pues ante la perspectiva de mi nueva vida, en un nuevo mundo, lejos de todo aquello que conocía, no podía dejar de escuchar el grito que mi instinto de supervivencia lanzaba desde algún lugar lejano, recóndito, pero conocido.

-Saludálas!!! - decía, y yo, rompiendo con todos los paradigmas sobre la soledad en los sitios públicos que había adoptado, fui vacilante hacia ellas y, tal vez con la excusa de preguntar alguna cosa que ya sabía, las saludé. El curso de la conversación que tuvo lugar después no lo recuerdo, pudo haber sido cualquier cosa, el colegio, el porqué estudiar Derecho, la universidad, Uribe, geografía colombiana, las agujas que tanto aterrorizaban a la chica con la que hablaba, o maternidad de gallinas. El asunto es que, una vez fuera de la división de salud, habríamos de dirigirnos a un auditorio en el cual tratarían de preparar nuestros desvalidos espíritus para enfrentar la avalancha de experiencias que tendríamos de frente cuando empezáramos nuestra vida como estudiantes de pregrado.

Y, de repente, el momento llegó. Sacó de su bolso una agenda, y yo, reconociendo de inmediato al personaje que sonreía desde la portada, dejé escapar la pregunta.

-Te gusta Harry Potter

-Si, -contestó con una sonrisa y sus ojos dejaron escapar el brillo de singular familiaridad propio de quien encuentra un par.

-Y yo los declaro marido y mujer. –Estoy completamente seguro que fueron esas las palabras que el destino, con una burlona sonrisa en los sabios, pronunció.

Juan Camilo Fandiño

Wannabes

Wannabe: del inglés "want to be", persona que quiere imitar a otra, demostrando una carencia total de carácter, identidad y originalidad.

Este país está lleno de wannabes (los niños son los peores).

Con el día de San Valentín más y más aparecen para demostrar sin lugar a dudas que la estupidez humana no tiene limites. No importa si es una tradición de los países anglosajones y tampoco importa si en septiembre se inventaron el "día del amor y la amistad", en las series de televisión y las películas la festividad tiene glamour; eso parece suficiente para que los wannabes, alentados por las redes sociales, extiendan los efectos del 14 de febrero a nuestra "cultura" y se dediquen todo el día a pretender que significa algo para ellos.

Ahora bien, no sé cuales son más patéticos, si los que se ponen cursis y le dicen a su pareja en un día  lo que deberían decirle en todo momento o los que se deprimen porque están solos.

Les tengo noticias: ni ese día quieren más ni están más solos. Si dejaran de preocuparse por ser lo que no son podrían de hecho disfrutar las cosas en su momento, tener una relación que valga la pena, asumir que la soledad no es tan mala si la pasas bien contigo mismo y dejar la maricada de creer que el amor se puede condensar en flores, chocolates y tarjetas.

Determinación

Me gusta la determinación de los niños, la forma como se golpean, lloran y lo vuelven a intentar. Los adultos nos rendimos más fácil, tal vez porque pensamos que tal y como está el mundo, al final no vale la pena tanto esfuerzo. Ellos no lo saben aún.

Me gusta pensar que es una de las razones por las que los niños aprenden más rápido que los adultos, independientemente de las razones biológicas que los hacen más propensos a adquirir conocimientos. Se golpean, lloran y lo vuelven a intentar.

Si fuera todavía como un niño, de verdad habría terminado el curso de lectura rápida, habría aprendido a escribir con la mano izquierda, practicaría algún deporte y tendría una relación estable.

Ahora lloro sin necesidad de golpearme, cuando me golpeo no lloro y definitivamente no lo vuelvo a intentar.