Ella y él

Se miran y hay una chispa, ella lo nota, él también, ambos lo ignoran como cuando ignoramos el rayo de sol que entra por las mañanas, dándonos la vuelta para seguir durmiendo.

Esta vez se miran por dos segundos más, pero se ignoran por los siguientes, como cuando ignoramos los pájaros además del sol.

Repiten el ritual en cada casualidad o eso piensa ella, él prefiere creer que el destino es caprichoso por no permitírselos cada día.

Intentan levantarse a la misma hora del anterior encuentro, ella inconscientemente toma la misma ruta, él intenta recordarla.

Pero la casualidad o el destino, no permite que se encuentren cuando lo quieren, a menos que él deje de ignorar el sol y ella los pájaros.



Quería compartir esto que escribí en una productiva (hágase énfasis en productiva) clase de sábado, en medio del tedio por madrugar un día en el que debería ser ilegal estudiar.

0 divagaciones de otros:

Publicar un comentario